La necesidad es peor que el hombre. El hombre sin necesidad,
no es. Sin ambición. Sin sed, ni hambre, ni sexo.
Necesitamos siempre: plata el pobre, amor el rico. Humildad…
todos. Y esta necesidad tan real, que es lo único completo del vacío que nos
hace, para ir haciéndonos cada vez más, es solamente la excusa que encontramos
para motivarnos.
Necesitamos sí o sí del agua, para vivir. Necesitamos sí o
sí de la comida, para movernos. Pero necesitamos fundamentalmente del sexo,
para existir.
Y sin toda esta necesidad, no hay evolución. Mejorar la
especie (que cada vez suma herramientas para ejercer la hijaputez). Sin toda
esta necesidad, no hay aprendizaje, ni sentimientos.
El hombre es, sin duda, un 100% de todo. Lo material, es
hombre. Lo sentimental, lo tangible, el alma, la religión, el arte, el deporte,
la pasión, la muerte. Y el amor (ley de todas las especies), es al mismo tiempo
la necesidad suprema y la solución mejor, del mundo.
Entonces las caricias…que devuelven las ganas de vivir, las
respuestas de ser, la calentura de coger. Caricias combatientes del apetito, la
tristeza y la necesidad.
Pero las caricias también padecen de un defecto: la demanda
humana (esa falta constante de afecto).
¿Qué pasa cuando no alcanzan las caricias? ¿Qué tienen
que curan y resuelven? ¿Qué hay en las caricias que las necesitamos? ¿Por qué
son algo sano?
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